Estos días no son pocos los seres que elevan los brazos al cielo exclamando…¡Aleluya!…
Vuelve Cáceres con su nuevo álbum “Noche de Carnaval” y esa es una gran noticia para un sector muy determinado de la población.
Sí, aquellos que disfrutan con la autenticidad, la garra y la inspiración apasionada están de parabienes.
Cáceres es único y regresa como un torbellino, abriendo el espectro de su música tanto como lo pide la urgencia de su pulso.
Vuelve Cáceres más personal que nunca, puro presente y todo raíz.
Su síntesis de sonoridades rioplatenses + toda la música del mundo resulta postmoderna sin proponérselo. Cáceres no calcula, no especula: palpita.
Refleja sin más los destellos del alma, como un facón brillando en la pampa, como el plateado fulgor de un jet que vuela de Buenos Aires a París.
Al tango, la milonga, el candombe y la murga –los estilos propios del Río de la Plata- se agregan, entre un mar de influencias, el swing, el dixieland y el charleston, lo cual no es de extrañar sabiendo que Cáceres era trombonista de jazz en el Buenos Aires existencialista.
También –lo saben sus fans- es pianista, cantante, compositor, pintor, profesor de arte y conferencista de historia argentina.
En “Noche de carnaval” no hay bandoneón, el instrumento más característico del tango.
Maestro de la experimentación, Cáceres ha usado en cambio clarinete bajo, saxo y voilonchelo para sentar las bases de las canciones.
Ninguno de los músicos que ha participado en esta obra es un mercenario ni colaboró por casualidad:
cada uno de ellos comparte con Cáceres y el productor Eduardo Makaroff una sensibilidad notoria por la nueva música argentina, por el tango y sus suculentos derivados, por la fusión de lo antiguo y lo moderno.
Todos son concientes del peso específico de Cáceres en el panorama de las músicas del mundo:
es un gigante y aquí está su “Noche de Carnaval”.
¡Aleluya!
Texto de Sergio Makaroff