«Este disco es como un sueño que se está realizando. El sonido, la interpretación, tienen una calidad que estaba buscando desde hace mucho tiempo». Gerardo di Giusto no disimula el placer de haber cruzado el camino de la Camerata Romeu, un conjunto de artistas cubanas. Hay algo como evidente entre las sensibles cuerdas de La Habana y la escritura sutil de este nativo de Córdoba, Argentina.
Todo empezó hace diez años por email. Por entonces la carismática directora Zenaida Romeu deseaba incluir un tema del pianista argentino en el repertorio de su orquesta, que tiene por vocación tocar obras de compositores latinoamericanos, desde Egberto Gismonti hasta Ernesto Lecuona, desde Leo Brouwer hasta Astor Piazzolla.
La versión que harían de Música Argentina para Cuerdas resultaría totalmente en sintonía con la visión del compositor que, aunque se desempeñe en lo clásico, no deja de arraigarse en los compases y melodías de la cultura popular. El autodidacta argentino encontraría en las cubanas la combinación que él mismo intentara descifrar desde hace décadas: la fuerza del folklore con la fineza de lo clásico. Sobre ese frágil hilo por donde transitan ilustres pares como Villa-Lobos y Bartok, donde la melodía popular riega cada respiración, donde el compás desafÍa sin cesar las leyes de la primacía harmónica, como en suspensión…
Es allí donde se juntaron. Inclasificables por naturaleza, panamericanos por esencia. Es eso lo que nos cuenta esta música, un encuentro grabado en los estudios de La Habana que teje un puente con los amplios paisajes de la Argentina. Hay entre Gerardo Di Giusto y la Camerata Romeu el surco profundo de Europa, el sello inborrable de Africa, la huella del Indio que nunca ha de desaparecer del todo. Entre los compases telúricos de las anchas pampas y las cuerdas oníricas de la gran isla, entre los gestos improvisados del pianista y los unísonos embrujados del violín, la viola y el celo, hay mucho más que complementariedad de colores, hay sí una complicidad de experiencias entre los dos mundos. Una poética de la relación a la vez suave y una pizca amarga, sensual y espiritual, tenaz y fugaz, ligera y grave, dramática y lúdica…
Es esta epopeya en el corazón del Nuevo Mundo la que describe la partitura de un hombre que sabe muy bien que el porvenir se conjuga en el perfecto de los sugestivos. Ni post-moderno, ni retro-futurista, contemporáneo nomás. El de un ser, en el pleno sentido de la palabra, en el que el sueño de reinventar todo se hubiera convertido en realidad.
Jacques Denis
Traducido por Denise Anne Clavilier
