«El Gaucho» es, antes que todo, una película firmada por Andrés Jarach. Más que un documental, es un “road movie” de una Argentina particular: no la urbana, de Buenos Aires, sino la suspendida en el tiempo, la de las inmensidades planas y a menudo secas, pobladas de rebaños de vacas o de ovejas, y de sus guardianes a caballo…los gauchos. Se trata de la huella profunda que deja un curtido maestro del arte de domar, un personaje del rodeo: Andrés Retamal. Embarca a su hijo pequeño en un viaje que, de trofeo en trofeo, los lleva hasta el mar. Viaje doblemente iniciático para el niño, ya que en él descubre el océano y, tan esencial como eso, el caballo. La película es el diario de esta aventura, ruda y tierna a la vez.
“El Gaucho” es también un disco. La música de esta película interrumpe el silencio de un ser taciturno. Es mucho más que una banda sonora, es como un viaje dentro de un viaje. Está compuesta y realizada por Christoph Müller y Eduardo Makaroff, dos de los tres pilares de Gotan Project. Alejada tanto de los experimentos sonoros de Gotan como de su caldo de cultivo, el tango, la banda sonora explora la Argentina rural, a partir de la hermana mayor – y campesina – del antedicho tango, la milonga, y de la zamba, otro ritmo de las tripas. Todo esto va en la línea del héroe de la literatura argentina del siglo XIX, Martín Fierro, por cierto, igualmente conocido como…El Gaucho.
¿Pero quién es realmente El Gaucho dentro de la mitología argentina de hoy? Un jinete duro que galopa con el cuchillo en una mano y la guitarra en la otra, un pie en el mundo salvaje y otro en el urbano, un mestizo del español y del indio. Inquieto y libre para ir donde quiera, nuestro cowboy orgulloso y solitario del cono sur transciende las distancias, a través de las estribaciones de la Cordillera y la aridez de la Patagonia.
Salpicado de sonidos ambientales grabados en esos sorprendentes rodeos, muchas veces el disco es instrumental, otras veces cantado (por el gran Melingo, además narrador de la película) y sugiere una trayectoria totalmente de otro mundo en la Argentina de la pampa intemporal, donde el caballo es a la vez instrumento precioso de trabajo y adversario, donde todo gira alrededor del palenque, el poste donde se amarra el brioso pingo. La música se enrosca alrededor del bandoneón y la guitarra, a veces acompañados por una armónica de sabor rural, como estirando el tiempo. Makaroff y Müller nos invitan a sumergirnos en una dimensión misteriosa con sus cómplices habituales como los hermanos Flores y Gustavo Beytelmann, todos parroquianos habituales del sello Mañana de Eduardo Makaroff, que –como es sabido- explora las sonoridades del tango. Esta vez son un caballo y unos gauchos los que se asoman en la ya tradicional funda ‘pop-up’, el distintivo de Mañana.
Como canta Melingo, con su voz estentórea, “El silencio es la flor / que aprendí a cultivar / un buen remedio para el dolor / es mejor que llorar”.
Finalmente la música es la principal compañera de viaje de este silencioso Andrés Retamal, su hijo y sus potros rebeldes…
Rémy Kolpa Kopoul
ConneXionneur
Radio Nova – Paris
